martes, 27 de mayo de 2008

La Afrenta



Te merecías todo lo que te hice menos esa última afrenta, aunque reconozco que nada exime más que lo que se hace en nombre de un amor tricionado.Lo que le conté en la carta era indigno porque pertenecía exclusivamente a nuestra intimidad, y estoy seguro de que cuando buscó y encontró el lunar en el recóndito secreto que sólo yo besaba, mientras tú excitada me alentabas a hacerlo, sintió la misma frustración de quien halla el cofre del tesoro vacío con la burla de quien ya lo sustrajo.Sé que tu amor es una pérdida definitiva y me resigno a ello, pero el secreto de ese lunar sólo a mis labios pertenece. Y cuantas veces requiera tan íntimo tesoro encontrará el vacío que queda de quien lo despojó.
Una afrenta que a mí me tiene prisionero y a él esclavo y a ti culpable, y a los tres hundidos en la desdicha porque yo te seguiré queriendo y él nunca podrá quererte del todo, y tú jamás llegarás a olvidarme, al menos mientras el lunar sostenga el recuerdo de mis besos y de mis lágrimas.

viernes, 16 de mayo de 2008

La Supervivencia del Ánimo



Seis mineros trabajaban en un túnel muy profundo extrayendo minerales desde las entrañas de la tierra.
De repente un derrumbe los dejo aislados del afuera sellando la salida del túnel.
En silencio cada uno miró a los demás. De un vistazo calcularon su situación. Con su experiencia, se dieron cuenta rápidamente de que el problema sería el oxigeno. Si hacían todo bien les quedaban unas tres horas de aire, cuando mucho tres horas y media.
Mucha gente de afuera sabría que ellos estaban allí atrapados, pero un derrumbe como este significaría horadar otra vez la mina para llegar a buscarlos.
¿Podrían hacerlo antes de que se terminara el aire?Los expertos mineros decidieron que debían ahorrar todo el oxigeno que pudieran.
Acordaron hacer el menor desgaste físico posible, apagaron las lámparas que llevaban y se tendieron todos en el suelo.
Enmudecidos por la situación e inmóviles en la oscuridad era difícil calcular el paso del tiempo. Incidentalmente solo uno de ellos tenía reloj.
Hacia él iban todas las preguntas: ¿cuanto tiempo pasó? ¿Cuánto falta? ¿Y ahora?.
El tiempo se estiraba, cada par de minutos parecía una hora y la desesperación ante cada respuesta agravaba aun más la tensión.
El jefe de los mineros se dio cuenta de que si seguían así la ansiedad los haría respirar más rápidamente y esto los podía matar. Así que ordenó al que tenia el reloj que solamente él controlara el paso del tiempo. Nadie haría mas preguntas, él avisaría a todos cada media hora.
Cumpliendo la orden, el del reloj controlaba su maquina. Y cuando la primera media hora pasó.Él dijo:“ha pasado media hora”.Hubo un murmullo entre ellos y una angustia que se sentía en el aire.
El hombre del reloj se dio cuenta de que a medida que pasaba el tiempo, iba a ser cada vez más terrible comunicarles que el minuto final se acercaba.
Sin consultar a nadie decidió que ellos no merecían morirse sufriendo. Así que la próxima vez que le informo la media hora, habían pasado en realidad 45 minutos.
No había manera de notar la diferencia así que nadie siquiera desconfió.
Apoyado en el éxito del engaño la tercera información la dio casi una hora después.
“paso otra media hora”… y los cinco creyeron que habían pasado encerrados, en total, una hora y media y todos pensaron en cuan largos se le hacia el tiempo.
Así siguió el del reloj, a cada hora completa les informaba que había pasado media hora.…La cuadrilla apuraba la tarea de rescate, sabían en que cámara estaban atrapados, y que sería difícil poder llegar antes de cuatro horas.
Llegaron a las cuatro horas y media. Lo más probable era encontrar a los seis mineros muertos.
Encontraron vivos a cinco de ellos.
Solamente uno había muerto de asfixia… el que tenía el reloj.