Le fui a quitar el hilo rojo que tenía sobre el hombro, como una culebrita. Sonrió y puso la mano para recogerlo de la mía. Muchas gracias, me dijo, muy amable, de dónde es usted. Y comenzamos una conversación entretenida, llena de vericuetos y anécdotas exóticas, porque los dos habíamos viajado y sufrido mucho. Me despedí al rato, prometiendo saludarle la próxima vez que le viera, y si se terciaba tomarnos un café mientras continuábamos charlando.
No sé qué me movió a volver la cabeza, tan sólo unos pasos más allá. Se estaba colocando de nuevo, cuidadosamente, el hilo rojo sobre el hombro, sin duda para intentar capturar otra víctima que llenara durante unos minutos el amplio pozo de su soledad.
No sé qué me movió a volver la cabeza, tan sólo unos pasos más allá. Se estaba colocando de nuevo, cuidadosamente, el hilo rojo sobre el hombro, sin duda para intentar capturar otra víctima que llenara durante unos minutos el amplio pozo de su soledad.
Pedro de Miguel
4 comentarios:
...soledad que te atrapa...nunca te abandona...porque por muchas personas que pasen al lado del banco...siempre estaremos solos...
...besos y mordiscos...
la verdad es q depende de con quien te rodees, pero yo pocas veces me he sentido solo (a pesar de lo mio, jiji). el caso es q a veces nos quejamos de la soledad pero tb en ocasiones nosotros mismos la buscamos, yo por lo menos... me encanta la melancolia en la soledad!!!
Acertados los dos, mis unicos visitantes, a veces estas rodeado de gente y estás atrapado en una soledad total, y otras estás completamente acompañado y buscas la soledad, necesaria en algun momento, y la melancolia, la mejor para escribir verdad? pero esa es otra historia...
Un beso
Y NO OS HABEIS PARADO A PENSAR, QUE MUCHA VECES EXITE LA SOLEDAD PORQUE OTROS NO VEN MAS ALLA?
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