martes, 3 de abril de 2007

Un Gesto Ante el Espejo 2


Ya hace dos meses de la operación y hasta hoy no me han entregado los nuevos sujetadores para mi prótesis provisional. Estoy inquieta y ansiosa por ver cómo me quedan, pero la emoción me embarga. Por fin, podré abandonar el vendaje y vestirme blusas más ajustadas. Me quito el jersey. Me acerco al espejo para contemplar por última vez mi herida. Espero, como venerando, una imagen, esa que me devuelva el añadido que se ha convertido, durante las últimas semanas, en algo de mi cuerpo. A pesar de la prisa por probar mi prótesis, me detengo. Sigo mirando y surge la incertidumbre, el miedo al después. Recorro la cicatriz, palpo el hueco. Necesito asegurarme de que soy yo. Apenas tengo sensibilidad en esa zona, que era mi sensibilidad extrema. Por un momento regreso del espejo a mi cuerpo, pero es difícil percibir la sensación mirando desde arriba. El espejo me devuelve una imagen más real de cómo me verán los otros. ¿Es eso lo que importa?. Eso, también importa. Por un instante, al regresar la mirada al espejo veo lo imposible. Vuelvo a ser como antes. Pero no. El espejo se niega a repetirme, se niega a engañarme. Me resigno y le hago a mi y de enfrente un guiño de ánimo. Vamos, adelante. Cojo el nuevo sujetador relleno en una copa y, despacio, como para no lastimarlo, me lo pongo. Primero un brazo, luego el otro, el pesado corchete. Sigo mirando de frente, algo me impide bajar la vista. Sigo ahí, me siento, me reflejo, aparento lo que antes. Todo volverá a ser igual. He salvado mi imagen pública. Me toco mi nuevo pecho y lo siento. Estoy segura de que el espejo no me engaña, antes no lo ha hecho. La imagen de ahora sigue siendo real. Mi mama de silicona me devuelve una imagen de ánimo y confianza. Siento ganas de besarla y me acerco al cristal. No puedo. El espejo se burla, no retiene la misma imagen para que pueda besarla. Insisto y beso mis labios. Besos sanadores.

Rosa Ovejero

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